martes, 6 de agosto de 2013

CONDORMAN.

Una (mala) película absolutamente genial.

Hay héroes anónimos maravillosos, que pueden salvar mil vidas en cuestión de minutos. En Galicia lo hemos comprobado. También, tristemente, hubo víctimas y mucho dolor por una tragedia sin límites. Ojalá poco a poco vayan sanando las heridas que provocan sucesos tan tristes como este accidente ferroviario.
También, en la vida, hay héroes no tan anónimos, como Concha García Campoy, la cual demostró una valentía absoluta enfrentándose a la leucemia y siendo vencida por ella.
Es cierto que hay héroes que, en la vida real, sobre todo, acaban mal. Pero queda su recuerdo y, si ustedes tienen fe, la esperanza de volverlos a ver algún día.
Por ello, siempre quedará el cine para soñar con un mundo mejor. Un mundo irreal, lleno de superhéroes que no mueren, que vencen, que se salen con la suya... Pero si tengo que elegir un superhéroe, me quedo con "Condorman"...
Me explico: "Condorman" es una película del año 1981. La vi cuando era un moco, es decir, una cría con mis padres y su recuerdo perdura todavía en mí. Me encantó. Simplemente, me encantó.
Me pareció genial que un superhéroe patoso, bonachón, e idealista hasta decir basta (y humano, muy humano), ¡y cutre!, saliera victorioso de todas sus hazañas. Incluso que sin ser guapo (lo que se lleva hoy por guapo, vamos), pero sí muy gracioso, se ligara a la bellísima Bárbara Carrera.
Los malos además, también son geniales, desde un Oliver Reed pasado de vueltas (como siempre, la verdad sea dicha) hasta Morovich (sí, sí, el del ojo de plata, que me daba un miedo de cría que no veáis ). También me parecía muy divertido el amigo del héroe, Harry, que sacaba siempre de los líos a Condorman.
Tengo que destacar también la B.S.O. de Henry Mancini, perfecta para la parodia de superhéroes que es esta película. Y sé, además, que la peli no es una obra maestra. Lo sé de sobra. Es mala, cutre, simple,... pero tan, tan divertida, que le perdono todos sus defectos y me quedo con lo bueno de ella, sobre todo su sentido del humor.
Mi reflexión última es la siguiente: ¿por qué no podemos ser Condorman todos por un día?.
Quizá porque el cine es eso, fantasía, y la realidad es bien distinta...

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