lunes, 1 de noviembre de 2010

POEMAS ERÓTICOS.

¡Aquellos recuerdos de mi adolescencia!!!!

Recuerdo mis años de cuando era adolescente como los más horrendos de toda mi existencia (y no estoy exagerando, es más, creo que me quedo corta...), años que me dejaron secuelas imborrables y pocos recuerdos que merezcan la pena. Y recuerdo mi instituto como un avispero lleno de dardos envenenados. Pero, afortunadamente, un ángel del Paraíso, probablemente tan perdido como yo en este mundo, decidió apiadarse de mi persona, y hubo un año en el que se me hizo más grato el estar en el instituto gracias a dos profesores, uno de filosofía y otro de literatura española.
Del primer profesor recuerdo que era muy joven, muy serio, muy severo... pero que explicando era genial porque lograba que te apasionaras por la asignatura.
Del segundo recuerdo que era todo lo contrario: un cachondo mental, anárquico, madurito, con un toquecillo gay... La verdad es que disfrutaba como una loca en sus clases, y por lo que veía en mis demás compañeros/as no era la única...
Un día, dicho profesor empezó a hablarnos de literatura erótica y de poemas eróticos. Comenzó a hacer descripciones de azucenas tronchadas, de rosas abiertas, de néctares dulzones, mientras a alguno/a se le abría la boca... de aburrimiento. Fue entonces cuando sucedió lo más interesante: el profe propuso que nos juntáramos varios alumnos en diferentes grupos, y cada uno escribiría un poema erótico de su propia cosecha...
Cuando llegó el momento de leerlos... casi nadie se atrevía a hacerlo. El pobre hombre después de mucho insistir, logró que un grupo de niñatos leyeran el poema que habían escrito. Lo que recuerdo del poema fue lo siguiente: "Ví, toqué, palpé, metí, saqué, me gustó y me fuí..." (Así, tal como lo describo). De repente, el profesor miró hacia el grupo en el que estábamos nosotras (cuatro chicas, entre ellas yo) y dijo: "Ahora las señoritas...".
Nuestro poema fue el siguiente:

                        Entre suaves azucenas tronchadas...
                        descansa el amante cansado.
                        Esperando la luz del día...
                        después de tanto trabajo...

(Ya sé que el poema no es ninguna maravilla, pero está un poco más currado que el otro, ¿no?.)
Huelga decir que el silencio en la clase fue rotundo... De hecho, creo que pocos se acuerdan de ese profesor y de ese momento... Pero a mí ese instante se me quedó grabado en la mente, y empecé a pensar, a desear, llegar a poder algún día, escribir poesía de verdad.
Supongo que ahora mis poemas, después de muchos años, están más trabajados, más pensados. Algunos están llenos de esperanza, otros son muy tristes... Pero espero algún día hacer realidad mi sueño de poder publicarlos.
Y es que los sueños imposibles, si se desean con fuerza, pueden llegar a hacerse realidad. ¿Quién sabe?.

Un saludo y un fuerte abrazo a ese profesor (y al de filosofía) por haberme ayudado a centrarme en mi camino...

No recuerdo vuestros nombres..., pero siempre recordaré vuestras enseñanzas...

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