Y por qué deberíamos sonreir más.
Me encantan las sonrisas. No lo puedo remediar... Aunque la sonrisa sea ladeada o no se enseñe la dentadura.Una sonrisa sincera y honesta, incluso irónica, vale un tesoro. Y no digamos ya una carcajada sonora y estruendosa... Eso ya no hay quien lo pague...
Una sonrisa verdadera, llena de esperanza a la gente. Una sonrisa amable, acompañada de un cumplido o un "gracias", es simplemente una bendición. Y una sonrisa dulce... sinceramente, derrite hasta al corazón más duro.
Lo que ya no aguanto son las falsas sonrisas. Las sonrisitas cínicas, hirientes y mordaces, al menos para mí, sobran. Representan lo más falso que puede haber en la gente. Ni siquiera las considero sonrisas de verdad...
Una verdadera sonrisa puede incluso salvar una vida, o hacer que el mundo se convierta en algo mucho más habitable. Yo, al menos, espero estar siempre rodeada de verdaderas sonrisas. Y si éstas se convierten en carcajadas sonoras, mucho mejor...
Digan lo que digan, una sonrisa amable, dulce... y sincera, es sinónimo de fortaleza.
Porque, seamos sinceros, a veces cuesta tanto sonreir...
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